La contabilidad de fondos es un sistema contable para registrar los recursos cuyo uso ha sido limitado por el donante, la autoridad que concede la subvención, el organismo rector u otras personas u organizaciones o por ley.[1] Hace hincapié en la rendición de cuentas más que en la rentabilidad, y la utilizan las organizaciones sin ánimo de lucro y los gobiernos. En este método, un fondo consta de un conjunto de cuentas que se autoequilibran y cada una de ellas se registra como no restringida, restringida temporalmente o restringida permanentemente en función de las restricciones impuestas por el proveedor.
La etiqueta de contabilidad de fondos también se ha aplicado a la contabilidad de inversiones, la contabilidad de carteras o la contabilidad de valores, todos ellos sinónimos que describen el proceso de contabilización de una cartera de inversiones, como valores, materias primas y/o bienes inmuebles mantenidos en un fondo de inversión, como un fondo mutuo o un fondo de cobertura.[2][3] La contabilidad de inversiones, sin embargo, es un sistema diferente, no relacionado con la contabilidad de fondos gubernamental y sin ánimo de lucro.